El lunes celebramos el cumpleaños nº 37 de nuestro querido colegio con un breve pero significativo acto en el gimnasio… y muchas, muchas tortas para todos los cursos.
Nos reunimos todos, asistieron también miembros del Centro de Padres y Apoderados y de la Corporación Colegio Alemán de San Felipe.
Entonamos los himnos nacionales, escuchamos los discursos, algunas canciones interpretadas por alumnos de 1º Medio y volvimos a las salas y puestos de trabajo, con un poco más de alegría interior por esta celebración. ¿Por qué? Tal vez pueda parecer un acto más, con todos sus protocolos y formalidades, pero al oír todos los discursos con atención, algo queda resonando que nos lleva a recordar la esencia del colegio, aquello que lo hace distinto, único y especial para nosotros.
¿Cómo son las personas que forman en DS San Felipe? Ximena Farías lo resumió en 4 palabras que nos distinguen: el compromiso, la diligencia, autonomía y… el amor, ser amorosos, algo que pocas veces se escucha en un discurso formal y que también se refleja en las palabras de la sra. María Rubina, una de las fundadoras de la Corporación, que instaba a los alumnos a “ser”, responsables, comprometidos, leales, pero también buenas personas, buenos amigos, buenos alumnos, buenos hijos.
Hay un anhelo profundo, subyacente en cada actividad, el de “querer ser mejores cada día”, como señalaba Paola San Nicolás, Presidenta del Centro de Padres y Apoderados. Y es que no se trata solamente de educar, de entregar los contenidos requeridos por el Ministerio, sino cómo se hace y para qué se hace.
Daniela González, ex alumna y hoy profesora de alemán del DS San Felipe, hablaba del respeto por la individualidad que recibió aquí, “nunca buscaron hacernos a todos iguales” , y el hecho de haber aprendido que “lo cognitivo no lo es todo”. En tanto Issabella Pimentel, Presidenta del Centro de Alumnos agradecía también al colegio por toda la entrega hacia los alumnos.
Astrid Moreno, nuestra directora, pensando cuáles eran las características que nos hacían diferentes a otros colegios, además de destacar rasgos como el amor por el deporte, la excelencia académica, el peso de la biculturalidad y el crecimiento que ha tenido el colegio, tanto en infraestructura como en recursos humanos y número de alumnos, señalaba dos puntos muy relevantes y que dan cuenta de este modo de educar y su finalidad.
Astrid señalaba lo motivante y entretenido que tiene que ser un colegio para sus alumnos, porque no solo es un lugar para venir a aprender y esto, tampoco es usual oírlo en un discurso formal.
También se refería al Bachillerato Internacional y los idiomas, más allá de la riqueza cultural que entregan, como una herramienta para formar “ciudadanos integrales que puedan insertarse en su vida adulta como ciudadanos del mundo”, un aspecto pionero de este colegio, dentro de la Asociación de Colegios Alemanes de Chile.
Todo esto nos habla de la amplitud de mirada y grado de profundidad que busca el colegio. No es solo educar, es hacerlo potenciando las individualidades, y no de cualquier forma, sino amorosamente y amenamente, donde cada uno pueda dar lo mejor de sí y realmente ser una buena persona.
Esos son los adultos que serán capaces ser parte integrante de una sociedad global, de aportar para hacer del mundo un mejor lugar para todos, desde su sello de humanidad.